Rara vez se les da el sitio que merecen a los creadores que consiguen que una escena tenga todo el dramatismo, el humor, o la épica que de otro modo seguro que no tendría.
Cada vez que suenan los primeros segundos de la música de Tiburón o de La Guerra de las Galaxias, de alguna manera, se está rindiendo homenaje a un hombre que, aunque no lo parezca, es terrícola y hoy cumple años. Noventa.
John llegó a este planeta el 8 de febrero de 1932 rodeado de música. Su padre se dedicaba a ese estilo musical que hace bailar las neuronas de quien lo entiende: el jazz. Y por parte de hijo, también le salió bien la jugada: hablamos de Joseph, el cantante de Toto, los de “África”.
Todo empieza cuando acompaña a su padre, teniendo él apenas seis años, a ponerle música a una película de Shirley Temple. Así que es normal que el pequeño John, de carácter inquieto y curioso, descubriera más tarde en su maestro el universo de la música. Se lo mostró, en Juilliard nada menos, Mario Castelnuovo-Tedesco, que algo bueno debió hacer porque también obró el milagro con Henri Mancini (La Pantera Rosa), por ejemplo. Decir que es el ser humano con más nominaciones a los Óscar después de Walt Disney (51), y que tiene cinco estatuillas, seis premios Emmy, 25 Globos de Oro, 67 premios Grammy y 15 Baftas puede que no toque el corazón del respetable, pero su música ha acompañado cientos de tardes de cine para todos: Indiana Jones, La Lista de Schindler, Parque Jurásico, E.T., Superman, Encuentros cercanos del tercer tipo, JFK, el Imperio del Sol, Harry Potter, 1941, Solo en casa, Rescatando al soldado Ryan, Tintín y otras muchas más.
Rara vez se les da el sitio que merecen a los creadores que consiguen que una escena tenga todo el dramatismo, el humor, o la épica que de otro modo seguro que no tendría. No es ningún descubrimiento reciente, que ya lo decía el ruso Lev Kuleshov hace justo un siglo. O sea, que rendimos poco tributo a quienes nos han hecho pasar miedo, emoción, momentos de risa o llanto tantas veces gracias a grandes historias contadas a lo grande. Hará falta ser nada menos que John Williams para hacerlo.
El talento de un ser iluminado con un don se trasluce en todo lo que hace. Sin ir más lejos, nada más incorporarse al ejército en los años 50, arregló, tocó y dirigió música para bandas militares, incluida la US Air Force Band. Bastante de ese estilo marcial se deja oír en varias de sus obras. Después del ejército, se ganó el apodo de Little Johnny Love cuando era líder de la banda del cantante Frankie Laine. Y es que era capaz de emocionar como pianista de jazz.
Como suele ocurrir con quienes sienten la música a flor de piel, ha sido capaz de componer numerosas piezas para presentaciones en salas de conciertos, incluida una sinfonía y varios conciertos para trompa, violonchelo, clarinete, flauta, violín y fagot. Dicen que a sus recién cumplidos noventa años sigue componiendo, pero eso sí, con lápiz y papel, en un pequeño escritorio junto a su piano Steinway. Nunca encontró el tiempo necesario para aprender a escribir música usando un computador.
Fuente: El Independiente.