Cuando la música nos trae recuerdos de acontecimientos, personas y lugares de nuestro pasado se produce un fenómeno que se conoce como memoria autobiográfica evocada
Imagínese atravesando una calle concurrida de camino al trabajo. Se cruza con un músico callejero que toca una canción que hacía años que no escuchaba. De repente, en vez de fijarse en todo lo que pasa en la ciudad, su mente empieza a revivir la primera vez que escuchó esa canción. Esa pieza le transportará directamente al lugar donde estaba entonces y aflorarán los sentimientos asociados a ese recuerdo.
Esta experiencia –cuando la música nos trae recuerdos de acontecimientos, personas y lugares de nuestro pasado– se conoce como memoria autobiográfica evocada por la música. Y es una experiencia muy común.
A menudo se produce como un recuerdo involuntario. Es decir, no nos esforzamos por evocar esos recuerdos: simplemente nos vienen a la mente de forma espontánea.
Pero ¿por qué la música es tan buena para evocar recuerdos? En primer lugar, la música suele acompañar muchos acontecimientos vitales señalados, como fiestas, graduaciones, bodas y funerales, por lo que puede desempeñar un papel importante a la hora de reconectarnos con estos momentos de autodefinición.
La música también suele captar nuestra atención debido a la forma en que afecta a nuestras mentes, cuerpos y emociones.
Cuando la música capta nuestra atención, aumenta la probabilidad de que se codifique en la memoria junto con los detalles de un acontecimiento vital. Esto implica que puede ser una señal eficaz para recordar ese acontecimiento años más tarde.
Recuerdos positivos
En una investigación reciente, mi colega y yo descubrimos que la naturaleza emocional de una pieza musical es un factor importante a la hora de utilizarla como señal de recuerdo.
Comparamos la música con otros recuerdos emocionales que, según un amplio grupo de participantes, transmitían la misma expresión emocional que los fragmentos musicales que utilizamos. Esto incluía comparar la música con “sonidos emocionales”, como ruidos de la naturaleza y de fábricas, y con “palabras emocionales”, como “dinero” y “tornado”.
Los resultados revelaron que la música evocaba más recuerdos que las palabras y los sonidos, sobre todo recuerdos positivos. Sorprendentemente, la música triste evocaba más recuerdos positivos que los sonidos o palabras tristes.
Teniendo en cuenta la capacidad de la música de reconectarnos con momentos emocionalmente positivos de nuestro pasado, no es descabellado pensar que su poder terapéutico pueda resultar especialmente fructífero.
Cómo y cuándo
La familiaridad de una pieza musical también desempeña un papel importante. En otro estudio reciente, descubrimos que la música más familiar evoca más recuerdos y los trae a la mente de forma más espontánea.
Así que, en parte, la música puede ser una señal más eficaz para los recuerdos que, por ejemplo, nuestra película o libro favoritos, porque solemos volver a escuchar canciones con más frecuencia a lo largo de nuestra vida que volver a ver películas, programas de televisión o leer libros.
Las situaciones en las que escuchamos música también pueden influir. Investigaciones anteriores demuestran que es más probable que los recuerdos involuntarios vuelvan durante actividades en las que nuestra mente tiene libertad para divagar pensando en nuestro pasado. Estas actividades tienden a ser poco exigentes en cuanto a nuestra atención e incluyen cosas como ir al trabajo, viajar, las tareas domésticas y relajarse.
Este tipo de actividades coinciden casi perfectamente con las registradas en otro estudio en el que pedimos a los participantes que llevaran un diario y anotaran cuándo la música les evocaba un recuerdo, junto con lo que estaban haciendo en ese momento. Descubrimos que las actividades cotidianas que suelen ir de la mano de escuchar música –como viajar, hacer tareas domésticas o salir a correr– tienden a despertar más recuerdos involuntarios.
Esto contrasta con otras aficiones, como ver la televisión, que pueden requerir que nuestra mente esté más concentrada en la actividad que estamos realizando y, por tanto, es menos probable que divague hacia escenarios de nuestro pasado.
Parece, pues, que la música no sólo es buena para evocar recuerdos, sino que los momentos en los que es más probable que escuchemos música son los momentos en los que nuestra mente puede naturalmente ser más propensa a divagar.
La música también está presente en muchos acontecimientos de la vida que son distintivos, emotivos o autodefinitorios, y este tipo de recuerdos tienden a producirse más fácilmente.
De hecho, el poder de la música para conectarnos con nuestro pasado demuestra que la música, los recuerdos y las emociones están relacionados, y parece que ciertas canciones pueden actuar como una línea directa de comunicación con nuestro yo más joven.
Fuente: ileon