¿Cantar todos los días? ¿Para qué? La respuesta puede resultar sorprendente: cantar -algo que puede parecer banal- tiene efectos muy beneficiosos. Entre otras cosas, ayuda a aliviar tensiones. Y muchas otras cosas más.
¿Cantar todos los días? ¿Para qué? La respuesta puede resultar sorprendente: cantar -algo que puede parecer banal- tiene efectos muy beneficiosos. Entre otras cosas, ayuda a aliviar tensiones. Y muchas otras cosas más.
«Cantar bajo la ducha incluso aumenta la confianza en uno mismo», afirma el musicólogo y artista de cabaret alemán Markus Henrik alias «Dr. Pop», quien asegura que esto está científicamente comprobado. Añade que si se canta bajo la ducha, se suma el efecto relajante del agua tibia.
¿No afina? ¡No importa!
El musicoterapeuta y pianista alemán Karl Hörmann está convencido: «Cantar bajo la ducha hace bien». En su opinión, es una actividad que libera, se logre afinar o no. Indica que tararear una melodía vuelve la respiración más intensa, lo que permite que el cuerpo reciba más oxígeno.
Añade asimismo que cuando las personas cantan en grupo, después de cierto tiempo, el corazón comienza a acompasarse, lo que estabiliza el ritmo cardiaco. Un estudio realizado en Suecia hace algunos años también comprobó que cantar en un coro tiene un efecto beneficioso sobre el sistema cardiovascular.
Pero no solo es bueno cantar. Tocar un instrumento o escuchar música también tiene un efecto positivo. Para eliminar estrés, Hörmann recomienda «tocar o escuchar música al menos 15 minutos al día concentrándose bien hasta tener la sensación de que se fluye con ella». Qué tipo de música escuchar -clásica, pop, metal o rock- es independiente y varía de acuerdo con el gusto de cada cual.
El cerebro evalúa los sonidos de inmediato
«La música nos afecta de forma directa», dice Henrik. Según cuenta, esto tiene que ver con la evolución. «En el pasado, las personas debían poder reconocer sonidos en una fracción de segundo», afirma. Es decir, debían saber reconocer de inmediato si los arbustos se habían movido por acción del viento o si había detrás de ellos un oso preparado para atacar.
«Los sonidos son evaluados de inmediato por el cerebro», explica Henrik. Por eso mismo, a veces uno pide apenas escucha unos pocos segundos de una canción: «Por favor, apaga esa radio». O, por el contrario: «¡Sube el volumen!».
Henrik está convencido: «La música es la única droga que no tiene efectos colaterales». Señala que, mientras que la música percibida como positiva anima e impulsa, la música triste brinda la sensación de ser comprendido. Añade que quien escucha una voz que lo conmueve se siente menos solo.
«Significa que allí hay alguien acompañándonos. El o la intérprete se convierten en un representante que canta nuestro dolor», explica. Asegura que muchos se sienten mejor después de escuchar música.
Esto, indica, se debe a las hormonas del cuerpo. Al escuchar baladas, por ejemplo, se libera oxitocina, también conocida como «la hormona del amor».
La música, una aliada para hacer deportes
La música sirve incluso para muchas cosas más. Hörmann explica que muchas personas escuchan música cuando hacen deporte, ya que las canciones las animan y motivan. Esto les permite incluso aumentar su rendimiento.
Esto vale especialmente para aquellas actividades físicas con un ritmo cíclico, como salir a correr o andar en bicicleta. La razón es que, por un lado, la música distrae y, por el otro, pone de buen humor y hace que se le preste atención a los estímulos del entorno, según explica el profesor Ingo Froböse, especialista en deportes. De esta forma, el entrenamiento no se percibe como tan exigente, lo que a su vez puede aumentar algo más el rendimiento.
Lo importante es dosificar bien la escucha. Para aprovechar bien el efecto de la música al entrenar y no «gastarlo» de entrada, los especialistas recomiendan intercalar dos unidades de ejercicio con música con una sin ella.
La música también forma parte de numerosas terapias, como por ejemplo en el caso de depresiones. Numerosos estudios sugieren que determinada música y determinados sonidos pueden reducir la ingesta de analgésicos, aunque por supuesto solo bajo supervisión médica.
El poder motivador de la música
Henrik subraya el poder motivador que tiene la música. Por eso aconseja hacerse una playlist con canciones acordes cuando se tiene un objetivo determinado. Afirma que conviene escuchar esta lista de temas cuando se tiene la sensación de estar olvidando el objetivo o se necesita un poco de motivación.
«Es muy simple: necesitamos de la música», afirma Hörmann. Aclara que esto no significa que deba sonar todo el día a todo volumen. «Un ritmo de tres tiempos es algo bastante fácil de integrar en el día a día», dice Hörmann. Y asegura que incluso si se piensa internamente en «un, dos, tres» cuando se va a hacer la compra, por ejemplo, es probable que se salga a la calle con más determinación.
«¡Démosle más importancia a la música!», invita Henrik. En su opinión, esto significa escuchar buenas estaciones de radio e ir a las tiendas de discos, o incluso volver a animarse a tratar de tocar un instrumento. Afirma que esto es beneficioso en cualquier etapa de la vida, incluso durante la jubilación.
Añade que también se puede empezar por cantar bajo la ducha usando la ducha de mano o el envase del champú como micrófono. Hay algo de lo que Henrik está seguro: «Cantar al menos una vez al día una canción de forma activa y consciente es ya un buen comienzo».
Fuente: Infobae