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Seguir viviendo sin tu amor: diez años sin el Flaco Spinetta

today8 de febrero de 2022 3

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El 8 de febrero de 2012 se apagaba la vida de uno de los artistas más importantes y destacados tanto de la escena local como de Latinoamérica. Un recorrido por sus etapas musicales y el enorme legado por su huella eterna en el inconsciente colectivo de millones.

Almendra, Pescado Rabioso, Invisible. Como un mantra, la trilogía podemos conjurarla y repetirla (o escucharla) una y otra vez. Es que probablemente esa sea la quintaesencia originaria de la música que, décadas mediante, llegó por su influencia a nuestras vidas. Quizás esa sea la impronta imborrable que Luis Alberto, alias el Flaco, nos dejó a todos y probablemente una de las grandes satisfacciones de su vida. Saber que con su complejidad lírica, instrumental y poética nos legó esa magia que, al día de hoy, sigue tan fuerte como nunca.

Spinetta nació un 23 de enero de 1950 en Buenos Aires. Hace años que su familia vivía en el barrio de Núñez y fue en esas calles donde transcurrió su infancia. Su padre cantaba tango y sus tíos trabajaban en un sello discográfico, motivo por el cual la música fue parte de su vida desde estos primeros años. Alguna vez expresó que “la música nació en mí antes que las palabras” debido a que imitaba cantantes y jugaba con los sonidos. De hecho, comenzó a componer canciones incluso antes de tocar algún instrumento. El boom de aquella época era el folklore y fue cuando dio sus primeros pasos con la guitarra. Participó de un concurso televisivo interpretando temas, en plena época de Palito Ortega y el Club del Clan ya que era lo que estaba de moda. Pero todo eso voló por los aires cuando Luis Alberto escuchó las melodías que le cambiarían la vida: Los Beatles. Ellos, Los Shakers y los primeros sonidos del naciente rock nacional, fueron los pilares que cambiaron su percepción musical. Sin embargo, la melancolía y sensibilidad de la zamba fueron las que orientaron algunas de sus composiciones: a los 15 años escribió “Barro tal vez” y “Plegaria para un niño dormido”, dos temas que al día de hoy son parte de su marca registrada.

Al año siguiente, ya formaría parte del grupo compuesto por Rodolfo García, Edelmiro Molinari y Emilio del Guercio que luego pasaría a la posteridad como Almendra: “Lo nuestro era que queríamos ser todo a la vez: Piazzolla, Los Beatles, Los Doble Seis de París. Íbamos a escuchar jazz, nos gustaba el folklore de vanguardia, en ese momento venía Waldo de los Ríos con sonidos electrónicos y era descomunal, lo veía por televisión y me ponía a llorar porque decía: «Esto también es vanguardia». Escuchábamos a Rovira, a Mederos, un montón de música que no era El Club del Clan. De todas esas conversaciones y horas perdidas, de todas esas cartas con Rodolfo (García), parte la premisa de crear una música con una libertad de horizonte total. Almendra no fue una casualidad”. El debut lo harían en 1969 y a medida que se fueron presentando en distintos lados, el cariz poético de las letras compuestas por Spinetta iba cobrando protagonismo y ubicándose como una de las características principales de la banda. Su primer álbum lo publican al año siguiente e incluye el que quizás sea el mejor hit: “Muchacha ojos de papel”. Años más tarde, Del Guercio diría que “hoy aquellos temas son clásicos pero, en ese momento, eran considerados de vanguardia. Con el tiempo me di cuenta de que la mayoría de ellos están enhebrados por la tradición cancionística de nuestro país. Son canciones argentinas. La verdadera vanguardia revoluciona lo que hereda. Almendra, fue heredero de la mejor música argentina y combinó sus elementos sin ningún prejuicio”.

Al poco tiempo la banda se separaría y Spinetta comienza con un proyecto más personal con Spinettalandia y sus amigos, en donde la psicodelia y los efectos del LSD fueron el canon con el que se desarrollaron sus temas con Pappo, Pomo Lorenzo y Miguel Abuelo como algunos de sus invitados. Ya estarían más delineadas sus posiciones con respecto a la visión de los medios masivos hacia su música y a la complicada relación entre arte y la explotación comercial, algunas de las pautas que lo definirían en las décadas siguientes.

Todos esos conceptos llevaron a la creación de Pescado Rabioso. Black Amaya, David Lebón y Carlos Cutaia fueron quienes lo acompañaron en este proyecto que era una expresión del descontento y la rabia que la juventud expresaba en aquellos años. Desatormentándonos fue el primer disco y luego hicieron una publicación doble, pero la concepción más lírica e instrumental del Flaco estaba yendo por ribetes contrarios a los de su banda, por lo que deciden separarse. Así fue que nació el disco acreditado a Pescado pero que en realidad es un álbum solista de Spinetta: Artaud (1973), inspirado en el dramaturgo Antonin Artaud: “le dediqué ese disco a Artaud pero en ningún momento tomé sus obras como punto de partida. El disco fue una respuesta –insignificante tal vez– al sufrimiento que te acarrea leer sus obras. La idea del álbum era exponer la posibilidad de un antídoto contra lo que opinó Artaud. Quien lo haya leído no puede evadirse de una cuota de desesperación. Para él la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el amor. Yo creo más en el encuentro de la perfección y la felicidad a través de la supresión del dolor que mediante la locura y el sufrimiento. Creo que solo si nos preocupamos por sanear el alma vamos a evitar distorsiones sociales y comportamientos fascistas, doctrinas injustas y totalitarismos, políticas absurdas y guerras deplorables. La única forma de hacer subir el peso es con amor. Los músicos de rock somos tipos que estamos muy desorientados. Hemos involucrado mucho a nuestro sistema neurológico y hemos aprendido muy poco de la historia reciente. Pero hay algo claro: no podemos jugar a ser Artaud. Eso significaría no haber entendido a Moris, no haber entendido a Litto Nebbia, no haber pescado una. Si yo no hubiera aprendido a salir de esa y ubicarme en mi país, no estarías conmigo en este momento: Spinetta sería apenas un nombre en una chapita de bronce, chorreada de caca, en la inmensidad de algún cementerio”. La portada original del vinilo y sus temas lo convirtieron en uno de los discos fundamentales del rock nacional. «Cantata de puentes amarillos», «Bajan», «Todas las hojas son del viento» y «Cementerio Club» son partes del disco y están consideradas entre las mejores composiciones del músico.

A fines de ese mismo año estrenó Invisible junto a Machi Rufino y Pomo Lorenzo. El primer disco de nombre homónimo se lanzó en 1974 y al año siguiente fue el turno del segundo, Durazno sangrando, una obra conceptual inspirada en nociones del psicólogo Carl Jung y cuyo nombre daría origen a uno de los temas más reconocidos de la carrera de Spinetta. El jardín de los presentes fue la tercera publicación que incluye temas como el clásico “El anillo del Capitán Beto” y también es considerado como uno de los grandes discos de la historia.: “Invisible es una joya que la guardo en un cofre de oro”, declaró años después Luis Alberto sobre su banda.

La carrera musical de Spinetta lo llevó a formar nuevas bandas y también a sacar discos solistas como Kamikaze en abril de 1982, coincidiendo con la Guerra de  las Malvinas. Su sensibilidad no solamente se expresaba en su lírica al momento de componer sino que también la hacía carne en los hechos ante las causas que lo conmovían, como la Carpa Blanca de los docentes a la que se acercó en 1997 así como también sucesos en los que se solidarizaba y organizaba actos a beneficio de causas. Quizás ya sabiendo el tiempo de descuento, en 2009 organizó Spinetta y las Bandas Eternas, un histórico recital de 5 horas de duración en Vélez en donde realizó un repaso de su carrera con muchos músicos invitados. Sin embargo, con apenas 62 años, el 8 de febrero de 2012 el cáncer ganaría la partida apagando su historia. Pero su legado musical seguirá perdurando en los oídos y en los corazones de millones.

Fuente: La Izquierda Diario

 

Escrito por Mariola Rubilar

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